martes, 7 de septiembre de 2021

Historia del macramé: desde los tejedores árabes hasta la moda Coachella

Historia del macramé: desde los tejedores árabes hasta la moda Coachella

Descubre el vínculo creativo que une a los marineros de antaño con las reinas británicas

Desde monjas a damas de compañía, pasando por marineros y hippies, el macramé ha servido como medio creativo para mucha gente y a lo largo de los siglos.

¿Cómo fue que algo tan simple como un nudo decorativo fue capaz de conectar con tantas audiencias y ser reinterpretado de formas tan radicalmente diferentes?
Acompañamos a desentramar la fascinante historia del macramé, explorando cómo fue que cada generación le aportó su propio toque a un humilde atado de cuerdas y lo convirtió en un lienzo para la creatividad.

La larga y enmarañada historia de la humanidad

Aunque la mayoría de los expertos cree que el macramé se originó en el último milenio, los seres humanos hemos realizado nudos a lo largo de los siglos.

En varias partes del mundo, desde Asia hasta el imperio inca, existen ejemplos de cómo los nudos fueron usados como un método para llevar registros. También existen otras muestras de sus usos prácticos, como la elaboración de redes para pesca en la antigua Grecia.

La historia de los nudos decorativos es también muy interesante, e incluso existen formas de anudar que aún se usan en la actualidad. En China, por ejemplo, el nudo pan chong traza su origen a la dinastía Song (960 al 1279 d.C.) y es considerado uno de los ocho símbolos del budismo porque refleja la creencia de un ciclo sin inicio ni final que caracteriza a esta religión. También llamado nudo de mariposa o nudo místico, se cree que otorga buena suerte a aquellos que lo portan.
También se pueden hallar más ejemplos de nudos decorativos en el arte, en donde se pueden descubrir registros y detalles de objetos que han dejado de existir. En los antiguos muros tallados de Asiria, por ejemplo, se puede ver a varios personajes portando prendas rematadas con un flequillo, un detalle decorativo que fue creado a través del anudado de varios hilos.

El nacimiento del macramé

A pesar de nuestra larga historia atando nudos, la mayoría de los expertos considera que el macramé, tal cual lo conocemos hoy, se originó en el siglo XIII. Los responsables de crearlo fueron los tejedores árabes, quienes anudaban los hilos excedentes que sobresalían de las orillas de las telas. Si quieres ver ejemplos de cómo lucían estos sencillos flequillos, puedes encontrarlos en las toallas turcas, que siguen siendo muy populares en la actualidad.

Lo que empezó siendo un ejercicio práctico pronto se convirtió en una oportunidad para la decoración, evolucionando de ser simples nudos utilitarios a un arte en sí mismo.

Tras la invasión musulmana de la península ibérica, ocurrida en el siglo VIII, muchas tradiciones árabes llegaron a Europa a través de España y luego Francia. Las cruzadas también propiciaron que las esposas y sirvientes de los cruzados entraran en contacto con el macramé, el cual llevaron de vuelta a sus hogares, particularmente a ciudades de Italia como Génova.

Las monjas europeas, que ya eran expertas en elaborar costuras y encajes, solían emplear sus habilidades para crear piezas que bien podían venderse o ser usadas por la Iglesia, y por ello pronto se dieron cuenta de los beneficios de esta nueva técnica. Gracias a lo fácil que es realizarlo, el macramé comenzó a ofrecer alternativas más sencillas para hacer encajes complicados. Así, con la introducción de materiales más finos, en vez de los gruesos cordones de lana que solían usarse, las monjas empezaron a crear hermosos paneles de encaje que después añadían a prendas y a ropa de cama. Lo anterior se puede comprobar en muchas pinturas y piezas de indumentaria religiosa.
Durante el Renacimiento se popularizó entre las mujeres la práctica del punto á groppo, que se traduce como “cordón anudado”. Ya en el siglo XVII, la reina María II introdujo esa técnica a la corte inglesa, donde se la enseñó sus damas de compañía. Los biógrafos y autores de sátiras de la época documentaron su obsesión con “anudar hilos”.

El macramé se hace a la mar

Las mujeres religiosas no fueron las únicas responsables de popularizar el macramé y de encontrarle nuevas e ingeniosas aplicaciones.

Los marineros, quienes siempre han necesitado tener un conocimiento práctico sobre la elaboración de nudos, adoptaron esta técnica recurriendo a los mismos nudos básicos del macramé, solo que con nombres diferentes. También llamado anudado cuadrado, fancy work o cordón McNamara, el macramé les servía para combatir el aburrimiento durante las largas travesías en altamar. Al tocar tierra, acostumbraban realizar trueque con sus piezas de macramé, al punto que los conocimientos sobre anudado también se convirtieron en una mercancía valiosa que podían intercambiar.

Al atracar en varios puertos portando sus piezas de macramé, los marineros ayudaron a difundir esta técnica en todo el mundo, e incluso llegó a evolucionar y desarrollarse con otros nombres, como encaje mexicano.

Un resurgimiento muy victoriano

Hacia finales del siglo XIX, el macramé experimentó un resurgimiento dentro de los hogares victorianos. En concordancia con la decoración excesiva que se acostumbraba en aquel entonces (una tendencia que luciría exagerada y desordenada ante las miradas modernas), los encajes de macramé empezaron a usarse para rematar ropa de cama, mantas y cortinas.

Sin embargo, la belleza del macramé no es la única razón por la cual se convirtió en una tendencia mundial. En una época en la que las mujeres de clase media debían mantenerse ocupadas haciendo manualidades como parte de su labor doméstica, el macramé ofrecía una opción atractiva por su sencillez, sobre todo en comparación con otros quehaceres artesanales. Gracias a su repetición básica y a los pocos nudos que emplea, era más fácil aprender y dominar el macramé para producir piezas bellas, cumplir con sus labores hogareñas y experimentar con manualidades creativas.

El auge de la impresión surgido con la Revolución Industrial también ayudó a popularizarlo. Publicaciones como Sylvia’s Book of Macramé Lace, de 1890, animó a más mujeres a probar con el anudado, mostrándoles cómo podían recurrir al macramé para hacer de todo, desde paraguas y bolsas hasta ropa y cortinas.
Eventualmente, la popularidad del macramé comenzó a decaer a medida que los gustos y los grandes movimientos culturales empezaron a influir en las manualidades y la creatividad. Debido a que cada vez había más mujeres incorporándose a la fuerza de trabajo, se perdió el énfasis en las manualidades como parte de la vida doméstica. La escasez producida por las guerras mundiales también propició un cambio hacia manualidades más “utilitarias”, como la costura y el tejido.

Una nueva y radical reputación

El macramé regresó a la primera línea de la cultura popular y lo hizo de una forma desafiante.

Adoptado por los jóvenes de finales de la década de 1960, el macramé se convirtió en un símbolo anti-industria dentro de su movimiento contracultural. Al emplear manualidades como una forma de rebelarse contra el capitalismo y la producción en masa, los hippies no solo usaron el macramé como una forma de conectar con su creatividad, sino también como un lienzo a través del cual podían expresar estas opiniones tan radicales para la época. Así, empezaron a crear piezas que no se parecían en nada a las carpetas de encaje de sus abuelos, con lo que el macramé comenzó a lucir atrevido, abriéndose paso en la decoración de hogares pero también en el mundo de la moda. Si algo podía ser embellecido con macramé, seguramente se lo aplicaban.

La visibilidad extrema del macramé hizo que esta técnica volviera a expandirse y se convirtiera en un pasatiempo popular que incluso era enseñado a los niños. Eventualmente, comenzó a aparecer en los hogares y los guardarropas de gente regular que no formaba parte del movimiento contracultural.

El nacimiento del macramé moderno

Aunque la estética exagerada de los 70 y los colgantes de animales pasaron de moda, el macramé nunca desapareció del todo. Hoy, se ha vuelto especialmente popular en el diseño de interiores, pues los tapices y macetas colgantes añaden un toque amable a las ensoñadoras imágenes que vemos todo el tiempo en Instagram.
Y aunque los actuales practicantes de macramé siguen usando los mismos nudos y técnicas empleados por reinas, marineros y personajes de la era victoriana, aún siguen hallando nuevas formas para hacer que esta técnica refleje el momento actual, produciendo desde ropa de estilo boho-chic y bolsas hasta joyería ultra moderna y decoración para el hogar.
En una era de conexión digital, el macramé también brinda oportunidades para la relajación, la desconexión del mundo informático y el autocuidado, permitiendo a la gente ralentizar su ritmo de vida y expresarse de forma creativa.

Parte de un rico legado de aprendizaje, con técnicas que pasaron de generación en generación, el macramé sigue siendo un reflejo de cómo un material puede interpretarse en un sinfín de formas, lo que significa que nunca ha sido más fácil descubrir nuevas maneras para darle tu propio toque a una tradición con siglos de antigüedad.

Versión en español de @arturo_torres_landa

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micaela_mh

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