martes, 29 de diciembre de 2020

Historia de la tipografía: de China en el siglo XI a la era digital

Historia de la tipografía: de China en el siglo XI a la era digital

Descubre cómo, a lo largo de la historia, la tipografía ha sido empleada para comunicar más allá de las palabras a las que da forma

Es fácil dar por sentada la existencia de la tipografía: en este momento estás leyendo estas palabras, absorbiendo su significado, pero probablemente no estés poniendo atención a los símbolos que las componen.

Hay otras ocasiones en las que es imposible no notar la tipografía, como cuando la invitación a una boda está escrita en Comic Sans o cuando una señal de tráfico es difícil de leer a causa de una desafortunada elección.

La historia de la tipografía va mucho más allá de qué tan fácil o complicado es leer y escribir un mensaje. Su estudio revela la forma en que el diseño de letras ha esculpido a sociedades enteras y transformado el significado de la lengua escrita.

Entonces, ¿de dónde viene la tipografía y qué es lo que nos pueden decir los diferentes tipos de letra? En 1440, Johannes Gutenberg introdujo la imprenta y los tipos móviles en Europa, iniciando una revolución que cambiaría el mundo. Sin embargo, él no fue la primera persona en usar la tipografía.

De hecho, los tipos móviles de cerámica fueron inventados en China durante el siglo XI. Hasta entonces, los impresores chinos acudían a la xilografía, técnica con la que tallaban cada página de una sola pieza de madera: un trabajo muy laborioso que consumía mucho tiempo.

Y aún así, Gutenberg tampoco fue el primero en utilizar tipos móviles de metal. Más de 200 años antes de la invención de su imprenta, en 1234, un ministro coreano llamado Choe Yun-ui fue comisionado para imprimir Sengjeong yenmun, un libro que describía las costumbres de la corte coreana desde la antigüedad hasta entonces. Tras modificar y adaptar un proceso para acuñar monedas de bronce, Yun-ui fue capaz de crear caracteres individuales hechos de metal.

El arribo de los tipos móviles a Occidente cambió la forma en la que la gente accedía y compartía la información. Sin embargo, la apariencia de los textos no sufrió un cambio muy radical en sus inicios.

Los primeros libros impresos de Occidente imitaban el diseño de como «se suponía» que debía lucir la escritura.

Los impresores europeos usaban Fraktur, un tipo de letra modelada de acuerdo al estilo empleado por lo escribas porque era muy fácil de replicar. Aún cuando comenzaron a surgir nuevas tipografías, muchos cortadores de tipos móviles seguían basando sus diseños en textos históricos escritos a mano.

Los eruditos del renacimiento, influenciados por inscripciones en monumentos romanos, así como por el descubrimiento de unos textos en latín, escritos con una tipografía desarrollada por orden del emperador Carlomagno, crearon unas letras de estilo romano con líneas rectas y curvas regulares.
Visualmente muy distante de las líneas rígidas y quebradas de la Fraktur, la creación de la tipografía romana fue mucho más que solo la invención de un nuevo tipo de letra.

Antes de la unificación alemana, el idioma, más que la nacionalidad, era el símbolo de la identidad germánica. La escritura era parte importante de ello, y para muchos alemanes, como Martín Lutero u Otto von Bismarck, la tipografía romana representaba a la iglesia católica y lo extranjero. En las escasas ocasiones en que fue usada en textos alemanes, la romana fue aplicada a nombres o lugares no alemanes para remarcar su naturaleza foránea. Esta asociación de la tipografía con el nacionalismo continuó bien entrado el siglo XX, y un ejemplo es que las letras Fraktur y Black Letter fueron usadas con gran frecuencia en la propaganda nazi.
Así, la tipografía siguió teniendo un papel significativo para formar una identidad cultural y nacional durante el colonialismo, de forma que el trabajo de prominentes tipógrafos ingleses, como William Caslon, se difundió por todo el imperio británico. Se puede notar en la mayoría de los impresos hechos por Benjamin Franklin, padre fundador de los Estados Unidos que usaba los tipos gráficos desarrollados por Caslon.

Con la revolución industrial llegó la invención de la máquina de papel y de la imprenta a vapor, lo que aceleró la cantidad de material impreso que se podía producir a bajo costo. A medida que las ciudades y sus poblaciones crecían también lo hizo la cantidad de pósters y material publicitario, impresos para atraer a ese potencial poder de compra. Para entonces, el uso de creativas y coloridas letras convirtió a la tipografía en una herramienta de marketing, algo que continúa en la actualidad. El comienzo del siglo XIX traería cambios más dramáticos en el diseño de tipos gráficos. Con la aparición de las primeras fuentes sans serif, las serifas (esas letras con patitas en las puntas y remates) se simplificaron, naciendo así una fuente que era más útil para comercializar y escribir grandes carteles.

Creadas a partir de las inscripciones romanas que inspiraron a los sabios del renacimiento, las serifas representaban una tradición estilística que había durado milenios. En contraste, las nuevas sans serif proyectaban modernidad.

A la par de que los publicistas y algunos movimientos artísticos, como la Bauhaus, comenzaron a jugar con maneras más novedosas e impactantes de usar la tipografía, otros comenzaron a buscar siluetas más limpias y sencillas. En 1957 nació la Helvetica, una de las fuentes más populares del mundo gracias a su diseño pulcro y modernista.
El siguiente gran cambio vino con la aparición de la computación, que originalmente recurría a las toscas fuentes bitmap. Mientras los diseñadores seguían buscando inspiración en el pasado, trayendo consigo las tipografías romanas al entorno digital, las limitaciones del pixel los desafiaron a crear fuentes con una mejor legibilidad en pantalla.

Hoy es más fácil que nunca diseñar un nuevo set de tipos gráficos. A diferencia de los tipógrafos de hace siglos, los creadores de la actualidad ya no necesitan derretir metal o formar moldes para dar a vida a nuevas fuentes. Aún así, su poder para transmitir un mensaje sigue estando más allá de las palabras.

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micaela_mh

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