La creativa brasileña cosecha los elogios y el reconocimiento de la crítica mundial por su segundo largometraje, 'Meu nome é Bagdá' (Mi nombre es Bagdad), un potente manifiesto sobre el poder femenino
A sus 40 años, Caru Alves de Souza (@caruperu) es más que una veterana en el cine. Hija de dos importantes cineastas brasileños, Tatá Amaral y Francisco César Filho, esta guionista, directora y productora tiene un relación verdaderamente histórica con el séptimo arte. "Mis padres son cinéfilos, he crecido entre salas de cine. Recuerdo estar allí, muy pequeña, corriendo, jugando entre las butacas, mientras ellos veían películas. Y los espectadores eran muy pacientes, ¡es increíble que no nos echaran!", se ríe.
Más tarde, los juegos pasaron a los sets de rodaje donde Tatá y Francisco producían películas juntos a lo largo de los años 1980. Fue entonces muy natural que, aunque graduada en Historia, Caru diera el salto al cine. Desde 2007, ha escrito y dirigido nueve proyectos, entre cortometrajes, largometrajes y producciones para televisión. Su trabajo más reciente, el largo "Meu nome é Bagdá" (Mi nombre es Bagdad) – un potente y conmovedor alegato sobre la fuerza de una chica skater en un entorno hostil y machista en la periferia de São Paulo – le ha traído buenas críticas y un premio de gran visibilidad: mejor película en la muestra Generation 14Plus del Festival de Berlín 2020. "Tuvimos una recepción tan increíble, tan cálida, que, antes de la entrega, mientras hablábamos entre los del equipo de la peli, yo les decía 'chicos, esto ya ha sido el premio. No importa que no salgamos de aquí galardonados. Ha merecido la pena'. Cuando nos anunciaron como vencedores, yo no me lo podía creer. No lo esperaba. Nadie espera algo así", recuerda Caru, quien ha concedido una entrevista a Domestika a través de una aplicación de vídeos desde São Paulo, donde pasa el confinamiento acompañada de su familia.
En el siguiente vídeo, hemos destacado algunas reflexiones de la cineasta: A continuación, Caru comenta un poco más sobre la película.
¿Cuánto de ti hay en Bagdá y otros personajes de tus películas?
Esta película va de mujeres que desafían las normas impuestas por la sociedad. Claro que hay mucho de mí. Vengo de una familia con muchas mujeres, todas muy fuertes, protagonistas de sus propias vidas. (La historia de la película) tiene todo que ver con la manera en la que me crié. En otros proyectos míos pasa lo mismo. (En el cortometraje) 'Asunto de familia', el protagonista se siente como un patito feo que, finalmente, se vuelve un cisne. A lo largo de la producción, me fui dando cuenta de cómo me sentía rarita de adolescente: yo era el patito feo. Ya mi primer largo, "De menor" (Menor de edad), es una historia playera inspirada en la vida de mi prima, con muchas cosas sobre mí, sobre nuestra familia. Siempre hay mucho de ti, es inevitable. Pero nunca es algo previo y consciente; me voy dando cuenta de ello a lo largo del proceso.
¿Quiénes y cuáles han sido tus referentes estéticos en esta película? ¿La cineasta argentina Lucrecia Martel es una inspiración para ti?
Lucrecia Martel, claro, es un gran referente. Su estética no se refleja necesariamente en este filme, pero es una inspiración para mí como mujer y cineasta latinoamericana. Hay una película que me impactó mucho, 'Kids', de Larry Clark. Yo era adolescente, en los años 1990, cuando la ví, y me impactó... muy negativamente (se ríe). No me sentí identificada. Al crecer, lo reví y solo entonces me encantó. A cada película que hago, vuelvo a 'Kids'. Fue una gran influencia para "Meu nome é Bagdá", una película que tiene todo que ver con juventud, el mundo skater... También hay mucho de (John) Cassavetes, lo estudio, me encantan sus películas y me influencia mucho.
A veces, sin embargo, el referente no es una película, no es una imagen, sino una canción. Suelo comparar mis películas a la música. "De menor" sería un indie rock algo empalagoso (se ríe). "Meu nome é Bagdá", por su parte, es punk rock, tiene la actitud punk rock. Lo agarramos y lo hicimos, tiramos para adelante como pudimos y, solo entonces, pudimos entender lo que estábamos haciendo. Son tres acordes y '¡vamos allá!'.
¿Qué te ha aportado esta película - y el cine en general - que ningún otro arte podría aportar?
Una posibilidad de reflexión muy especial. Poder mirar detenidamente una realidad distinta a la mía y expresar mi visión sobre ella. El acto de crear es muy importante, pues te permite actuar sobre el mundo, no solo reaccionar. El cine me da la oportunidade ser un agente, no solo un objeto pasivo recibiendo información; es decir, me permite intentar transformar el mundo, transformar a la gente. Eso es mucho, es muchísimo: vivir activamente, no pasivamente.
Alcanzar el éxito tan pronto a veces se vuelve un condicionante negativo. Al ver tu dibujo colgado en la puerta de la nevera una vez, todo lo que harás de ahí en adelante podría conllevar una presión inconsciente por volver a ese lugar, ¿no?
Lo que pasa es que no entiendo muy bien el concepto del éxito. ¿Eso qué es? Estamos siempre luchando por las cosas. Cada película, cada proyecto, es un reto, un proceso nuevo. ¿Ver tu película en un gran festival y llevarte el trofeo significa tener éxito? No lo sé. Igual, con otro filme no has tenido reconocimiento o premios pero has crecido como persona, has aprendido algo increíble sobre ti y los demás... Me gusta abordar cada película como una experiencia increíble y absoluta en sí misma. Cada película es una aventura. Y saldrás de ella transformada, para lo bueno o lo malo. Así son las aventuras.
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