La artista especializada en bordado participa en la exposición Cartografiant la Memòria, sobre el éxodo republicano español de 1939
Aunque no hay un número claro, se calcula que más de medio millón de españoles se exiliaron del país durante la guerra civil, entre los años 1936 y 1939. Algunos regresaron al acabar la contienda, pero otros no volvieron a pisar suelo español en décadas, protegiéndose de una dictadura que los quería encarcelados.
Desde el pasado 19 de noviembre, el Museu del Monestir de Sant Cugat (Barcelona) acoge la exposición Cartografiant la Memòria, que mediante una composición textil y un conjunto de fotografías transmite el proceso colaborativo llevado a cabo por ciudadanos del pueblo y de otras partes del mundo, reflexionando e imaginando ese exilio republicano de 1939.
Gimena Romero, artista textil especializada en bordado, investigadora y docente, es nieta de españoles y nunca ha perdido del todo la conexión con el lugar de origen de su familia. Por eso, ha colaborado con la exposición creando una pieza artística única, "Camino de Ida", que podrá verse en el Museu del Monestir de Sant Cugat hasta el próximo 23 de diciembre.
¿Qué te une personalmente a esta exposición?
La familia de mi padre llegó a México en el 42, huyendo de la guerra civil española. Mi abuelo, el General Carlos Romero Giménez, fue un militar leal a la República. Desde su exilio en el 39, en Francia, participó en la resistencia contra la ocupación nazi.
Fue presidente de la Liga Española de los Derechos del Hombre, escritor, militar, padre y abuelo. El nuevo régimen de Francisco Franco le condenó a la pena de muerte a causa de su participación contra el levantamiento y por ser masón. Es inevitable que el sentido del honor, la lealtad, la igualdad y la libertad hayan sido bastiones vitales en mi vida y en mi producción.
Cartografiant la Memòria es un proyecto que busca el reencuentro de nuestra propia historia, con lo que se tiene que decir de los que ya no están, de los que no pudieron regresar, por lo que se calla y que aún duele. Busca la creación de una narrativa histórica personal a través de la producción textil con los barrios, con la gente que en el día a día hace un bastión de memoria e identidad a través de las terribles amputaciones de todo tipo que deja una guerra.
¿Con qué pieza vas a participar en ella?
Participo con una serie completa llamada Archivo General, haciendo referencia al Archivo General de la Nación de México. Mi Archivo General es el Archivo General de mi familia, más allá de las fronteras, los países y los bandos.
¿Podrías detallarnos el proceso de creación que seguiste?
La serie son monotipos intervenidos con bordado. Usé fotografías y documentos de mi familia, de cuando migró a México; usé todo lo que pude encontrar para intentar unir una historia que aunque fuese una ficción en la narrativa personal, se convierte en una realidad general a partir de ser el único rastro que quedó de mi familia Romero.
¿Cuáles eran tus intenciones detrás de la pieza?
Inicialmente, reconocer dónde termina la narrativa histórica del "legado Romero" y dónde inicia mi propia identidad. Intentar encontrar entre imágenes, papeles, polvo y bordado la hebra inicial de Gimena Romero y dejar atrás a "la única nieta del Coronel Romero".
Cuando una crece rodeada de una nube de honor tan grande como grandes son las historias de valor y heroísmo del abuelo, se vuelve una tarea complicada reconocer las veces en que se es valiente y los modos heredados y aprendidos de honor y libertad. Solo reconociendo esta herencia de historia se puede crear una nueva, también honorable, también leal, libre y valiente, pero una nueva historia.
¿Crees que el bordado es un arte vinculado a la memoria, la tradición o el recuerdo?
Por supuesto que sí. Hasta que uno no aprende a bordar no se entiende realmente la importancia del remiendo, de la reparación, y del cuidado y atención que estos necesitan. El alma y la historia se pueden ayudar a sanar.
¿Qué opinas de este tipo de iniciativas artísticas que intentan recuperar la memoria a través de la creación?
Pienso que son vitales para el reconocimiento de todo un dolor del cual ni siquiera se ha podido hablar. En mi caso particular, la creación de la serie fue una búsqueda de identidad, pero yo no viví los estragos de la guerra. La hice pensando en que, hablando de mi reparación personal, pueda unirse a la reparación general, funcionando de remiendo y espejo al dolor de tantas partidas, de tanto dolor.
Al final, creo que en una guerra nunca hay buenos y malos, existen los héroes y los traidores; pero el arrebato de una vida, ya sea con la muerte, ya sea con el exilio, siempre es terrible. En el llanto, en la mirada y en las manos reparadoras nos reconocemos y remendamos, en un abrazo de exilio que nos hermana. La exposición Cartografiant la Memòria estará en el Museu del Monestir de Sant Cugat (Barcelona) hasta el próximo 23 de diciembre.
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