Conoce la historia de las mujeres que transformaron esta comunidad de México tejiendo un cielo de crochet multicolor
Hasta 2019, Etzatlán no figuraba en ninguna guía turística del estado mexicano de Jalisco. Sin embargo, ese mismo año, esta población de poco menos de 20 mil habitantes imprimió su nombre en las páginas del Libro de Récord Guinness. El motivo no fue la versión monstruosa de algún platillo típico (México tiene registrada la porción de tacos más grande del mundo), en realidad, la inscripción de Etzatlán en el célebre compendio se debió a la creación del pabellón de crochet más grande del mundo, un portento de dos mil metros cuadrados elaborado solo con agujas y rafia de colores. Esta enorme artesanía es producto de la pericia y entrega de las 199 tejedoras y un tejedor que conforman la Fundación Cielo Tejido, un colectivo liderado por la activista y artesana Lorena Ron. Inspirada en la tradición del tejido local y la técnica del crochet, Lorena ha logrado plantear un nuevo entramado social, así como proyectar el nombre de su comunidad hacia latitudes tan remotas como los Emiratos Árabes Unidos.
Pero, ¿de dónde surgió la idea de arropar el centro del pueblo con carpetas de colores?
Un proyecto madre e hija
La historia del pabellón monumental se remonta a 2013, específicamente a los días previos a la fiesta del Señor de la Misericordia, santo patrono de Etzatlán. Según relata la misma Lorena Ron, aquel año deseaba celebrar de forma distinta, de modo que le propuso a su madre, María Concepción Siordia, tejer una serie de tiras para decorar un naranjo plantado frente a su casa. Tal fue el éxito de ese adorno en rojo y amarillo (colores representativos de la fiesta patronal), que al año siguiente lograron convocar a las demás mujeres de su familia para envolver con crochet todos los árboles de la calle.
Con 2.832 metros de cielo tejido, es el pabellón de crochet más grande del mundo
Así, en 2015 las expectativas se elevaron de manera literal, pues Lorena Ron concibió la idea de cubrir la vialidad entera con piezas tejidas. Para conseguirlo, reemplazaron las tiras originales por un diseño de hexágonos, el cual les permitió abarcar un área mayor con la misma cantidad de hilo. La hazaña requería de muchas más manos, de modo que el proyecto trascendió lo familiar e incorporó a las mujeres de un instituto local para la tercera edad.
Este nuevo colectivo de tejedoras se reunía cada martes y jueves bajo los pórticos que rodean la plaza central de Etzatlán, donde crearon carpetas que, a partir de entonces, se volvieron multicolor para expresar la diversidad del pueblo. Gracias a su organización, y a la incorporación de nuevos miembros, la naciente Fundación Cielo Tejido concretó su objetivo y se extendió hacia calles aledañas a partir del año siguiente.
Un cielo sin límites
Convertidas ya en celebridades locales, las tejedoras recibieron una propuesta para incluir su artesanía en el Libro de Récord Guinness, donde quedaron inscritas en 2019 por confeccionar el pabellón de tejido más grande del mundo: 2 mil 832.98 metros cuadrados de superficie total entramados con ocho mil madejas de rafia multicolor. En vísperas de 2020, la artista visual Betsabé Romero contactó a la Fundación Cielo Tejido de Etzatlán para crear, con la misma entrega y técnica, el pabellón de México dentro de la Exposición Universal de Dubái 2020. El nombre del proyecto fue Tejiendo Vida, un concepto animado por la idea de que las 400 manos femeninas que tejieron el pabellón completaban un abrazo maternal alrededor del planeta. En la actualidad, el cielo tejido de Etzatlán sigue creciendo. En marzo de 2022, la expansión más reciente del pabellón abarcó 11 calles gracias a la añadidura de 24 mil carpetas de hilo de rafia. Y aunque la extensión es notable, el mayor logro de la Fundación Cielo Tejido no se mide en metros o centímetros.
"Pasamos de ser las señoras que tejen a convertirnos en las artistas del pueblo", Lorena Ron
Este proyecto de participación voluntaria ha conseguido incluir a varios niveles de la sociedad de Etzatlán, ya sea como tejedoras, promotores u operarios de montaje. Además, ha impulsado la actividad turística en el pueblo, visible en la apertura de restaurantes y comercios pensados en satisfacer las demandas de los nuevos visitantes. Por encima de todo, el cielo tejido de Etzatlán ha ayudado a empoderar a las mujeres que lo confeccionan.
“Al principio recibimos muchas críticas por parte de los vecinos, pues creían que al ponernos a tejer solo perdíamos el tiempo. Ahora, después de los reconocimientos, tenemos su admiración y un mayor apoyo por parte de nuestras familias: pasamos de ser las señoras que tejen a convertirnos en las artistas del pueblo. Hoy enseñamos a gente que no sabía tejer e incluso a niños con problemas de atención, pues es una realidad que tejer es terapéutico. Tejer sana”, afirma Lorena Ron, quien encontró sosiego en la urdimbre tras el fallecimiento de su esposo. Hoy, Etzatlán aún enumera entre sus actividades principales a la agricultura y la ganadería, no obstante, quizás llegue a considerar al tejido tradicional como uno de sus motores económicos en un futuro próximo. A través de su cuenta de Instagram, ya es posible contratar el trabajo de la Fundación Cielo Tejido para generar proyectos a gran escala, así como adquirir prendas hechas con crochet, amigurumis e incluso alguno de los hexágonos de rafia con los que iluminan el firmamento. Si la historia de esta fundación te ha animado a incursionar en nuevas técnicas creativas, echa un vistazo a todos nuestros cursos online de tejido.
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