martes, 1 de marzo de 2022

Nahui Olin, la artista que abrió camino a la mujer en México

Nahui Olin, la artista que abrió camino a la mujer en México

Nahui Olin fue una de las pintoras más enigmáticas, con una amplia obra pictórica, libros de poesía y piezas musicales

Durante mucho tiempo, las mujeres en el arte solían verse como musas —figuras estáticas de notable belleza que servían de inspiración en las obras de pintores y fotógrafos hombres —, sin destacar su propia obra. Una narrativa que se ha ido desarticulando al resignificar, poco a poco, el papel de la mujer en el arte y recuperar su legado artístico.

Este es el caso de Carmen Mondragón, conocida como Nahui Olin, una artista mexicana que destacó en la vida cultural de México durante la década de los años 20 por su atrevida obra y por luchar por los derechos de las mujeres. Su obra de estilo naif, cargada de vivacidad y simbolismo, está llena de escenas eróticas y autorretratos. Junto con Frida Kahlo, Guadalupe Marín y Tina Modotti, Nahui fue una pionera que abrió un camino femenino en la cultura, en la sociedad y en el arte. Descubre su historia a continuación.

México y París, una vida entre dos tierras

Carmen Mondragón nació el 8 de julio de 1893 en una vecindad de la Ciudad de México y creció dentro de una familia adinerada producto de la unión entre el general Manuel Mondragón y Mercedes Valseca. Desde pequeña, la pintora mostró aptitud para la música y la literatura, aprendiendo a tocar piano y escribir a una edad temprana.

Debido al trabajo de su padre, un general mexicano especializado en la venta de armas, la pequeña artista tuvo que cambiar de residencia dejando México para mudarse a París. Fue dentro de un internado francés donde Mondragón comenzaría a ampliar su horizonte de conocimientos para también estudiar teatro, danza clásica, pintura y literatura, pasando 8 años dentro de un ambiente de efervescencia artística y cultural.

El regreso a México

El regreso de la familia a México acercó a Carmen a la vida artística del país y frecuentó a artistas como Frida Kahlo, Tina Modotti, Antonieta Rivas Mercado, María Izquierdo y Diego Rivera.

Fue también durante este período que la artista conocería a su futuro esposo, Manuel Rodríguez Lozano, un cadete con una inclinación hacia la pintura y que formaba parte de Los Contemporáneos, un legendario grupo de intelectuales mexicanos del siglo XX. Ambos se casarían en 1913.

Poco después de la boda, Rodríguez Lozano y Mondragón viajarían nuevamente a París, donde residieron durante 7 años, de 1914 a 1921. Si bien ambos tenían una indudable vocación artística, fue en este período que la pareja se apasionaría por el arte al rodearse de los máximos representantes de las vanguardias. Desde Pablo Picasso hasta Matisse, la pareja se codeó con las principales figuras de la cultura y las artes de la época, lo cual haría que a su regreso a México ambos destacaran por su amplio conocimiento del clima cultural e intelectual.

Gerardo Murillo "Dr. Atl" y el bautizo de Nahui Olin

Después de una larga estancia en París y con una tragedia familiar por la pérdida de su primer hijo, el matrimonio se separaría, por vez definitiva, poco después de llegar a México.

Fue durante este período —uno de los más productivos en la vida artística de Mondragón— que la artista conocería al pintor Gerardo Murillo, mejor conocido como “Dr. Atl”, con quien iniciaría uno de sus más apasionados romances y el hombre que la bautizaría como Nahui Olin, o movimiento perpetuo. Durante su vida con Dr. Atl, Nahui Olin no solo posaría como modelo para fotógrafos como el estadounidense Edward Weston y el mexicano Antonio Garduño, sino que elaboraría un abundante cuerpo de trabajo que se caracterizaría por la potencia sexual, el análisis de la identidad a través de los autorretratos y un marcado interés por indagar la posición de su persona respecto al mundo en sus reflexiones feministas.

La obra de Nahui Olin

Con un cuerpo de trabajo marcadamente autobiográfico, la obra de Nahui Olin se caracteriza por gravitar entre distintas áreas. Desde pintura, composiciones musicales y libros de poemas, hasta reflexiones en torno a la teoría de la relatividad de Einstein, cada pieza de Nahui guarda una potencia y color único que la hicieron una figura relevante dentro del período que abarca la década de los años 20 y 30.

Dentro de su actividad literaria, Nahui Olin publicó cinco libros, entre poesía y ensayo: Óptica cerebral, Tierna soy en el interior, A los diez años sobre mi pupitre, Nahui Olin y Energía cósmica.

Estilo naif, una manera personal de abordar el mundo

Para muchos, la obra pictórica de Nahui Olin puede inscribirse dentro del estilo naif, un acercamiento hacia la pintura que se preocupa por la espontaneidad y la propia intuición, buscando explorar un imaginario personal que no apele a una línea estética particular.

Si bien destacan los autorretratos, la artista también se interesó en recrear escenas cotidianas de la vida en la ciudad de México, retratar su propia vida íntima con sus amantes —especialmente Eugenio Agacino, un capitán naval que se convertiría en su último romance— y dejar testimonio de su cotidinaeidad. En su obra destaca el uso de colores vibrantes, la prominencia de ciertos rasgos como la mirada, personajes de su cotidianeidad como los gatos, la exploración de su identidad mediante el autorretrato y un trazo propio que no busca el cuidado o la perfección.

Legado y últimos días

Tras una vida experimentando con diversos medios y explorando un amplio espectro de disciplinas, Nahui Olin falleció el 23 de enero de 1978 en la Ciudad de México. Se suele señalar que durante sus últimos días, Nahui Olin se dedicaba a dar clases de pintura a niños y vivía de una pensión por parte del museo de Bellas Artes.

Con toda una vida dedicada al arte, la figura de Nahui Ollin no solo culminó en los cientos de retratos que abundan de ella donde resulta evidente el magnetismo de su personalidad. La vivacidad de su obra es testimonio de la vida creativa interior que la artista guardaba, uno caracterizado por la búsqueda de la emancipación y la libertad de las mujeres. Al final, la obra de Nahui Olin encarnó los ideales de la propia artista, la erotización de la vida, la mistificación de los actos cotidianos y el constante redescubrimiento de la identidad gravitan aún hoy en cada una de sus piezas.

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