A lo largo de los siglos, los bodegones de comida han servido para explicar cómo somos. Esta es la historia de la unión perfecta entre arte y gastronomía
Hashtags relacionados con la comida como #foodporn o #yummy pueblan todos los rincones de internet. Y decenas de fotografías de tus desayunos, comidas, cenas o meriendas se acumulan en la memoria de tu teléfono. Y aunque esta explosión por retratar los últimos huevos benedict que nos comimos parezca algo reciente, lo cierto es que es algo que lleva pasando siglos... aunque el formato ligeramente diferente.
¿O acaso hay una manera mejor de explicar cómo somos que con aquello que comemos? La religión, el placer, la riqueza, o el paso del tiempo: la comida nos habla directamente de siglos de cultura. Y una de las muestras de esta unión entre arte y gastronomía las encontramos en los bodegones gastronómicos. Puedes conocer más sobre la deliciosa relación entre la comida y el arte en este vídeo a continuación.
Frescos para celebrar la otra vida
Aunque para entender el bodegón como género independiente tal y como lo conocemos hoy en día habrá que esperar al Barroco, a lo largo de la historia encontramos muchos ejemplos de proto bodegones.
Una de las primeras muestras de cómo la comida ha definido cómo somos la encontramos en las tumbas funerarias egipcias. Al ajuar funerario que acompañaba al difunto en su paso a la otra vida se añadían frescos en las paredes de las tumbas con diferentes alimentos retratados: higos, pan, carne o uva.
En la Antigua Roma también tenían su particular banquete y sus habitantes decoraban paredes y suelos con pinturas y mosaicos dedicados a la comida. Desde las Xenia, bodegones que imitaban las ofrendas que recibían los invitados en una casa y mostraban la riqueza de los anfitriones, hasta los Asarôtos oikos’ o ‘casa sin barrer’, mosaicos trampantojo de restos de comida. Según las creencias romanas, todo lo que caía al suelo pasaba a formar parte del reino de los muertos.
Incluso se ha sabe que los romanos alegraban con bodegones el mostrador de sus locales de comida para llevar. Sí, había locales para llevar en la Antigua Roma. Tras la caída de Roma los bodegones se desvanecieron. Llegó la Edad Media y, con ella, una mirada cristiana
que dominaba la vida y no dejaba espacio en el arte para la simpleza de los objetos y alimentos. Sin embargo, la comida no desapareció del todo del arte del medievo. A veces, frutas y alimentos servían como alegoría con la. que explicar pasajes de la Biblia. Como, por ejemplo, una simple manzana que era metáfora del pecado de Adán y Eva.
Con la llegada del Renacimiento llegaría también un periodo de pensamiento humanístico e interés por lo natural que empieza a allanar el camino a la aparición del bodegón como género independiente. Aunque las lecciones morales y religiosas seguían estando presentes. Como en esta imagen de Pieter Aertsen que muestra al fondo una escena de la Biblia.
O al fondo de estos inocentes repollos encontramos a dos amantes: una sátira por parte de las clases altas a la supuesta lujuria de los campesinos.
Y llegó Caravaggio para cambiarlo todo
En 1596, Caravaggio pintó una cesta de frutas, un cuadro en apariencia simple que escribió una nueva página en la Historia del Arte. Por primera vez se le daba la misma dignidad formal e interpretativa a un bodegón que a retratos humanos o a la historia religiosa.
Pero fue en el siglo XVII en Países Bajos, donde la iglesia católica había perdido su influencia, cuando el bodegón alcanzó su época dorada. Artistas como Clara Peeters o Willem Kalf retrataron en sus naturalezas muertas el poder de un imperio que se hizo rico con el comercio internacional y el expolio de sus colonias.
En estos bodegones, la porcelana china, las frutas exóticas o los cítricos de importación convivían con langostas sobre telas delicadas o deliciosos banquetes. Estas naturalezas muertas eran el ejemplo perfecto con el que la sociedad flamenca demostraba su poder.
El lujo de los bodegones flamencos y holandeses contrastaba con los bodegones españoles, mucho más sobrios que sus vecinos del norte. Alimentos más humildes sobre fondos menos recargados aparecían en los llamados bodegones de cuaresma de Juan Sánchez Cotán, que parece que animan al ayuno en vez de a la glotonería.
Otro ejemplo de bodegón barroco español son los cardos y zanahorias de Zurbarán, pintor español que supo extraer la belleza de la comida del día a día.
La caída de popularidad del bodegón
En el año 1667, André Félibien, historiógrafo, arquitecto y teórico del clasicismo francés, enunció la llamada jerarquía de los géneros: una clasificación de los distintos géneros artísticos en base a prestigio y valor cultural. Las naturalezas muertas no salieron muy bien paradas y perdieron popularidad en detrimento de otras, como la escena histórica o los retratos.
Sin embargo, el bodegón no desapareció del todo. Artistas como el pintor Francisco de Goya se sirvieron de este género para explicar la violencia de la guerra. Bodegones con animales muertos no hablaban de la alegría de vivir sino del horror de la muerte.
Y llegó la fotografía
En el siglo XIX, la invención de la fotografía cambiaría para siempre la concepción de los bodegones. En 1822, Nicéphore Niépce hace el que podría ser el primer bodegón fotográfico de la historia: una borrosa heliografía conocida como “La Mesa Puesta”.
Y en 1846 William Henry Fox Talbot retrató…. ¡un cesto de frutas! ¿Te suena de algo? La similitud con el cesto de frutas de Caravaggio no es casualidad, ya que en los primeros años, las fotografías gastronómicas se inspiraron en los bodegones clásicos del barroco.
Pero eso, como muchas otras cosas, cambió con la llegada de la publicidad a color en los años 30. La fotografía de alimentos pasó a utilizarse para vender, llenándose de colores y mesas recargadas. Y entonces, el bodegón volvió a ser reflejo de los cambios sociales, poniendo la mirada en lo cotidiano.
Las ostras y langostas son sustituidas por cajas de cereales y alimentos procesados y los productos de supermercado se elevan a la categoría de arte para explicar una sociedad de consumo cada vez más acelerada.
El presente de los bodegones
Hoy en día, gracias a las redes sociales todos nos hemos convertido en artistas de bodegón sin ni siquiera ser conscientes. Y aunque nuestras obras ya no decoran palacios como lo hacían las de los artistas barrocos
una simple foto de comida sigue diciendo mucho más de nosotros de lo que creemos aunque lo hagamos en un lienzo tan pequeño y grande a la vez como es nuestro feed de Instagram.
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silvia.laboreo
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