Cuando piensas en los primeros dibujos animados, ¿piensas en un barco de vapor con un ratón al timón, o en siete enanitos cantando mientras marchan hacia la mina? No eres el único que lo hace, ni eres el único que se equivoca.
Ni Blancanieves y los siete enanitos fue la primera película de animación de la historia, ni Mickey Mouse fue la primera superestrella animada. Aunque puede resultar difícil imaginarse la animación más allá de Walt Disney y su compañía, esta disciplina empezó mucho antes del nacimiento de su famoso ratón y, de hecho, mucho antes de la aparición del propio cine. Descúbrelo en este vídeo: La linterna mágica y primeras invenciones
La animación salió de la invención apodada linterna mágica del siglo XVII atribuida al científico Christiaan Huygens. Con ella, se podía conseguir la ilusión de movimiento alternando entre varias imágenes o proyectando dos a la vez, una fija y otra con movimiento.
Huygens se arrepintió de su invención inmediatamente: pensó que era un invento frívolo y absurdo, y hasta le llegó a preocupar que pudiera dañar la reputación de su familia. Tanto le aterró esa idea, que la intentó sabotear antes de que su padre pudiera enseñársela al rey Luis XIV de Francia. Pero ya era demasiado tarde, y la linterna mágica había despertado un afán imparable: dar vida a los dibujos ya era posible. Esta invención no tardó en aprovecharse para para realizar espectáculos más complejos. El legado de Huygens se utilizó para asustar a las masas en los espectáculos de fantasmagoría populares en Europa Occidental en los siglos XVIII-XIX, en que una o más linternas proyectaban imágenes terroríficas de esqueletos, demonios y fantasmas en movimiento sobre humo, paredes y pantallas.
Pero la animación no solo se utilizaba en proyecciones públicas: el disco estroboscópico o fenaquistoscopio, que Joseph Plateau y Simon von Stampfer inventaron prácticamente al mismo tiempo a lo largo del año 1832, era un juguete óptico que utilizaba la persistencia retinal para crear el efecto de movimiento. Gracias a él, aparecieron otros inventos como el Zoótropo (1866), el Folioscopio (1868) y el Praxinoscopio (1877), que trasladaron la animación a la intimidad de las casas. El primero en crear secuencias más extensas fue Charles-Émile Reynaud. Sus Pantomimes Lumineuses, como Pauvre Pierrot (1892), que duraban de 10 a 15 minutos, constaban de entre 300 y 700 dibujos proyectados a través del Théâtre Optique, un sistema inventado por él mismo. No obstante, la arrolladora aparición del cine con base fotográfica hizo que sus historietas dejaran de interesar al público. Reynaud, arruinado y humillado, destrozó su Théâtre Optique con un martillo y tiró todas sus películas al Sena. La animación después de la llegada del cine
El cine llegó de la mano de los hermanos Lumière en 1895 y su industria despegó de inmediato, pero la animación continuó relegada al juguete infantil. No obstante, la experimentación no paró: Stuart Blackton, el padre de la animación americana, fue de los primeros en utilizar la técnica del stop motion para contar historias en The Enchanted Drawing (1900) y, más tarde, en Humorous Phases of Funny Faces (1906) y The Haunted Hotel (1907). Su novedoso trabajo, mezcla de imagen real con stop motion, abrió las puertas a lo que la animación podía llegar a conseguir. Pero los primeros pasos en lo que consideramos “animación tradicional” los dio Émile Cohl con su Fantasmagorie (1908) seguido por Winsor McCay, que marcó un antes y un después en cortos como Little Nemo (1911) o Gertie the Dinosaur (1914) gracias a sus técnicas innovadoras, como el calcado, los loops de animación y el keyframing, que implica dibujar el principio y el final de un movimiento y crear los dibujos intermedios a partir de esa referencia.
Gracias a estos pioneros, los dibujos animados salieron de las linternas mágicas para convertirse en una revolucionaria industria. Pero en sus obras cada frame estaba dibujado a mano. Gertie the Dinosaur, que duraba 12 minutos, estaba compuesto de 10.000 dibujos. El nacimiento de una industria poderosa
Ahora que la animación era un negocio, la experimentación se convirtió en una carrera para hacerla menos laboriosa y más lucrativa. El cel animation, patentado por John Randolph Bray y Earl Hurd (1915) surgió con ese objetivo. La técnica consistía en dibujar sobre hojas transparentes diferentes elementos de un mismo plano, para luego reutilizar los que no se iban a mover. Esta ingeniosa solución para reducir el trabajo de los animadores dominaría la industria hasta el siglo XXI.
Paralelamente, el animador Max Fleischer estaba trabajando en otra técnica innovadora: la rotoscopia, con la que se conseguían movimientos más detallados y realistas trazando los frames de vídeos live action. Esta fue la técnica que se utilizó para darle vida a los personajes de la legendaria Betty Boop en los años 30: los animadores se basaban en los bailes del famoso cantante de jazz Cab Calloway. Pero la glamurosa Betty Boop no estrenó el star system de la animación: Felix El Gato, del animador Otto Messmer, debutó en 1919 en Feline Follies (1919) y su carrera despegó inmediatamente. Este gato animado protagonizó más de 100 cortos y fue el primer dibujo animado en crear tendencia con su propia línea de merchandising, algo nunca visto en esa época. Pero, ¿y los largomentrajes animados?
La industria estaba a rebosar de animaciones impactantes y llenas de humor, pero siempre breves. Fue fuera de Estados Unidos donde unos pioneros se atrevieron a animar historias de mayor duración. Las primeras películas de la historia surgieron en Argentina en 1917 de la mano de Quirino Cristiani, pero la primera que se conserva es alemana: Las Aventuras del Príncipe Achmed, de Lotte Reiniger (1926).
Reiniger se enfrentó a una industria a la que la idea de largometraje animado le parecía una locura, y su película tardó todo un año en encontrar un distribuidor que creyera en ella, pero cuando lo hizo, su éxito fue arrollador. La suya es la primera película de animación que se conserva pero solo fue la primera de muchas. Aunque la estética Disney acabaría asociada totalmente con las películas de animación, todos estos directores pioneros exploraron estilos únicos en sus producciones: desde el juego de luces y siluetas de Reiniger al detallado stop motion de Ladislaw Starevich en Le Roman de Renard (1930) o los hermanos Diehl en Die sieben raben (1937). Gracias a ellos, las animaciones se fueron haciendo más y más complejas, así como las historias que contaban. La llegada de Mickey Mouse en Steamboat Willie (1928) fue la que marcó el principio de la era dorada de la animación americana que duraría hasta 1960, y Blancanieves y los siete enanitos (1937) marcó el comienzo de la gran industria del largometraje de animación. Pero hay que recordar que se necesitaron muchos pioneros para que un ratón llegara a capitanear un barco de vapor. Te puede interesar
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