jueves, 5 de marzo de 2020

Proyectos Domestika: del miedo al vector al éxito de un mapa ilustrado

Proyectos Domestika: del miedo al vector al éxito de un mapa ilustrado

Conversamos con la diseñadora chilena Claudia Silva sobre el proceso creativo que siguió para ilustrar un mapa

Claudia (@claudia_silva) es una de tantas creativas que, con el espíritu de aprender siempre latente, ha logrado fusionar su carrera profesional con su interés personal por la ilustración. Su camino artístico siempre se ha movido entre lo análogo y lo digital, pero esta versatilidad no siempre fue cómoda. Hablamos con ella sobre un proyecto que desarrolló después de haber sido una de las ganadoras de Becas Domestika, lo que le dio acceso a todos los cursos de Domestika durante un año.

Se enfrentó al reto de crear un mapa ilustrado de su natal Viña del Mar. El objetivo era comunicar de forma gráfica la identidad y patrimonio de la ciudad desde su experiencia personal. Después de cinco meses, produjo un material muy personal que representa esa la mezcla del talento en papel con la técnica en pantalla. Aquí nos detalla cómo lo consiguió.

Háblanos de tu estilo gráfico y de dónde viene tu interés por la ilustración.


Mi estilo es versátil, y a veces es un enigma para mí. No importa cuál sea el proyecto que esté desarrollando, sé que siempre desconoceré su resultado final, y ese factor sorpresa me gusta muchísimo.

Mis influencias son mi núcleo familiar y mis estudios. Primero mi abuela materna —Margarethe Petersen Wiederhold, nieta del célebre fotógrafo alemán Germán Wiederhold Piwonka—, quien sembró en mí el amor por las manualidades, los arreglos florales, la artesanía y la juguetería. Para su época, fue una mujer visionaria en la creatividad. Luego, mi madre —Silvia Göpfert Petersen—, arquitecta, quien me inculcó el dibujo desde muy temprana edad.

Cursé por tres años la carrera de Medicina Veterinaria. Fue ahí donde aprendí sobre metodologías de trabajo, observación y búsqueda de información. Además, la Escuela de Artes Visuales (SVA) en Nueva York, donde tuve el privilegio de asistir a clases con Richard Wilde —publicista y diseñador gráfico— y Skip Sorvino —fotógrafo y diseñador gráfico—. Ahí aprendí que cualquier punto o trazo, cuando es intervenido, puede generar un impacto visual más atractivo y llamativo para el espectador.

¿Cómo fue tu experiencia con Becas Domestika? ¿Cuáles eran las habilidades que te interesaba adquirir?


Nunca había ganado un premio de tal envergadura y que representara tantas posibilidades creativas. Fue uno de los mejores regalos que haya recibido: una de esas cosas inesperadas que llegan y traen un buen propósito personal y profesional.

Me interesan muchas áreas creativas y me encanta aprender. Al final, decidí enfocarme en habilidades de interés personal, como manualidades, tipografía y animación, así como en diseño gráfico, ya que estaba confundida con algunos dominios técnicos. Al final, ambas partes llegan a complementarse en mis habilidades de creación visual.

¿Cómo te involucraste en el proyecto del mapa ilustrado de Viña del Mar?


Desde 2015 he seguido a la tienda Mappin-Chile, principalmente a través de Instagram. Desde entonces tenía interés en trabajar con ellos, pero no me sentía en confianza con la ilustración digital.

En ese momento tenía nulo dominio de los programas para ilustrar en tableta, generar efectos o usar filtros; lo digital era mi talón de Aquiles, así que decidí que esperaría y me puse el propósito de aprender. Cuatro años después, en enero de 2019, envié mi porfolio y se concretó una reunión para llegar acuerdos y empezar el proyecto.

¿Cómo se desarrolló tu proceso de investigación y recopilación de referencias?


Me gusta trabajar sin reglas estrictas, solo dejarme llevar en el proceso de investigación, pues nunca sé lo que encontraré, y esos descubrimientos podrían servir para otro proyecto a futuro. Para mí, la recopilación de referencias es un tema delicado y de mucha prudencia, pues tanta información de artistas que comparten o muestran sus trabajos llega a ser abrumador, y eso puede frenar el desarrollo creativo. Hay que buscar, pero también hay que dejar de buscar.

En el caso del Mapa de Viña del Mar, exploré referencias de otros mapas ilustrados, pero dejé de buscar más información visual para no encasillarme en el estilo de otros autores, y así encontrar mi propia voz. Me enfoqué en búsquedas específicas a partir de preguntas que me hacía: “¿Cómo es que ese artista solucionó el efecto de las olas, y cómo podría aplicarlo en mi trabajo, partiendo desde mi punto de vista?”.

También sirvió considerar que la recopilación de referencias no necesariamente tiene que ser sobre el tema en que uno esté trabajando; esto enriquece aun más el proyecto. Busqué en libros infantiles y de ciencias, enciclopedias y diccionarios ilustrados, postales, fotografías, música y cómics, entre otros.

Este mapa rescata la identidad de Viña del Mar y al mismo tiempo es muy personal. ¿Cuál crees que sea la importancia de involucrarse en proyectos con los que tengamos una conexión emocional tan importante?


Creo que esa importancia está en poder dejar un registro o un legado para uno mismo, y para la localidad. Para mí, este mapa fue una forma de agradecimiento a la ciudad en la que nací y crecí.

Usaste técnicas análogas, digitales, así como procesos orgánicos y otros más controlados. ¿Cómo conseguiste el equilibrio entre todos estos “modos” de trabajo?


No existe una fórmula o receta establecida, sino que parte de la sensación de cómo percibes los elementos a tu alrededor. Durante el desarrollo del proyecto hay que ser muy autocrítico con tu trabajo. Si algo te molesta visualmente, cámbialo de inmediato, porque ese error te perseguirá por siempre.

En el caso del mapa, al inicio me propuse que fuera análogo. Comencé a bocetar de forma muy aleatoria en hojas sueltas y, cuando me di cuenta del reto que sería el tiempo, decidí que tenía que salir de mi zona de confort y completar el trabajo con una técnica que siempre había evitado: el mundo vectorial.

Creo que el secreto de cualquier reto está en disfrutarlo, en ser cuidadoso, aceptar que cometerás errores y harás muchas correcciones. Y, lo más importante, tratar tus proyectos con ternura, porque son una extensión tuya, y eso se ve reflejado en el resultado final.

¿Cómo elegiste la paleta de color?

Después de varias pruebas, encontré la solución más simple y obvia. Tan sólo debía extraer los colores de la bandera de Viña del Mar y así definí la paleta base.
En edificaciones, árboles y montañas elegí colores para que existiera un ritmo o sistema visual cromático. Los inmuebles y montañas varían en dimensión, pero no sus colores.
En el caso de los personajes, el color proviene del color base secundario para que hubiese una armonía cromática con los elementos que los rodeaban. En sus prendas no hubo reglas, sino que apliqué múltiples colores que acentuaran, llamaran la atención y enriquecieran la composición.

¿Cómo resolviste la composición para incluir tantos elementos gráficos en el mismo espacio?


No hubo nada establecido, ni bocetos de cómo debía concluir la lámina. El desarrollo del mapa fue totalmente intuitivo, orgánico y libre. Fue como estar en un laboratorio y no saber exactamente si la mezcla de los dos componentes generarían un color/objeto determinado o si explotaría. El proceso consistió en jugar, probar, experimentar y arriesgarme con los elementos desconociendo el resultado y propuesta final.

Como análisis de esta aventura, curiosamente se generaron tres niveles en la lámina. El primero es la base de color amarillo o Continente, donde se presentaron personajes del mismo tamaño: los veraneantes, los deportistas, el arenero, el pirquinero, la gitana, el coche Victoria, la gaviotas y la Rosa de los Vientos que resultó ser una plaza de flores, entre muchos otros más.
El segundo nivel es un área muy pequeña que es parte del Contenido, que se distingue por la escalera. La diferencia de niveles se hace notar por el único personaje que muestra su espalda al espectador, que viene de la famosa pintura de Caspar David Friedrich, El caminante sobre el mar de nubes, de 1818.
El tercer nivel abarca el resto del Contenido junto con el Océano Pacífico presentando un tamaño mucho menor a los otros niveles. Incluye cerros, palacios, castillos, hospitales, animales, comida, y muchos objetos para observar y contemplar.

¿En qué estás trabajando?


Estoy desarrollando proyectos personales, principalmente en el área de la animación e ilustración botánica.

Estamos conmemorando el Día Internacional de la Mujer. ¿Qué otras ilustradoras o artistas chilenas te interesan?


Matilde Pérez, artista visual, pintora y escultora; pionera del Arte Cinético en Chile y América Latina.
Angela Leible, artista visual y pintora.
Ignacia Jullian, bordadora freestyle.
Paz Vial, ceramista.
Aurora Muñoz, artista visual enfocada en la creación de objetos volumétricos, específicamente de libros pop-up.
Maya Hanisch, ilustradora.


También te puede interesar:

- Charlas Domestika: Catalina Estrada.
- #Creativas: Retrata a una mujer con la técnica que prefieras.
- Descarga gratis una ilustración de Andonella para el 8M.

luisa.mcadena

No hay comentarios.:

Publicar un comentario